jueves, 1 de agosto de 2013

El efecto dominó del rápido deshielo en el Ártico

Alterará la dieta y reproducción tanto de especies terrestres como marinas y favorecerá la transmisión de enfermedades ahora aisladas.

Un zorro ártico en la tundra de Groenlandia. (Jeff Kerby, Eric Post lab, Penn State University)
Durante las dos últimas décadas, el Ártico se ha calentado el doble de rápido que el resto del planeta, hasta el punto de que el año pasado la extensión de hielo marcó su mínimo histórico desde que se toman registros. El calentamiento del Ártico influye en la flora y la fauna. Y si continúa derritiéndose al rápido ritmo actual no sólo los animales marinos resultarán seriamente afectados. Especies terrestres, como el caribú, el zorro ártico o la morsa (semiacuática) tendrán que hacer frente a un ecosistema hostil en los próximos años al que tendrán que adaptarse para seguir obteniendo alimento y reproduciéndose.

Así lo advierte un estudio publicado esta semana en la revista 'Science', que alerta también de que patógenos que han permanecido aislados podrían extenderse a otras comunidades a medida que aumente la movilidad de las especies por el deshielo.

El objetivo de esta investigación, liderada por Eric Post, profesor de la Penn State University, es estudiar el efecto dominó que la pérdida de hielo ocasionará tanto en los animales marinos como en aquellas especies terrestres que viven junto al hielo y que forman parte de este rico ecosistema. Y para ello, han examinado las relaciones entre algas, plancton, ballenas o animales terrestres como el caribú o el zorro ártico o polar ('Vulpes lagopus').

Un caribú en Groenlandia. (Jeff Kerby)
Y es que, según señala Post, que en la actualidad se encuentra en Groenlandia, hasta ahora los efectos del deshielo y del calentamiento en los microorganismos que viven bajo el hielo han recibido mucha atención por parte de los científicos, pero los animales que viven cerca del hielo probablemente también están sintiendo los efectos.

Alteración de la dieta

El profesor afirma que tras el récord de deshielo alcanzado en agosto de 2012, se espera que la capa de hielo siga derritiéndose a un ritmo acelerado. Según explica, esta previsible aceleración en el deshielo se deberá en parte, a la pérdida de albedo, es decir, el porcentaje de radiación que la superficie blanca (cubierta de hielo) refleja respecto a la luz solar que le llega. Cuando el albedo disminuye porque la superficie helada es más pequeña, aumenta el calentamiento.

Hay numerosos ejemplos de cómo el deshielo puede causar estragos en los ecosistemas. Así, afecta al contenido de las algas que crecen en las capas heladas, haciéndolas menos nutritivas para los depredadores marinos. Menos hielo significará también que algunos vertebrados dispondrán de menos superficie para cazar, reproducirse y descansar.

Además de afectar, como ya se está detectando, a las algas y el fitoplancton del que se nutren animales marinos, los terrestres también podrían ver reducidas las plantas de las que se alimentan en tierra.

Especies híbridas

Asimismo, los investigadores temen que otro efecto indirecto sea un cambio en la forma en la que se mezclan las poblaciones. Las poblaciones de lobos o zorros árticos que actualmente están aisladas sólo durante el verano podrían estarlo durante temporadas más largas. Y es que un periodo más largo sin hielo, que promueve los intercambios entre poblaciones, podría suponer un declive en los cruces.

No obstante, en otras especies el efecto podría ser justo el contrario: "Sabemos que para algunas especies el hielo es una barrera. Así que una estación sin hielo más larga probablemente fomentará que la población se mezcle, reduciendo la diferenciación genética", señala Post.

Por ejemplo, los osos polares ('Ursus maritimus') cada vez pasan más tiempo en compañía de los osos grizzly ('Ursus arctos horribilis'), con los que antes tenían menos contacto, lo que ha ocasionado que se apareen, dando lugar a una especie híbrida.

Transmisión de enfermedades

Por otro lado, el contagio de patógenos que hasta ahora estaban aislados es otro de los riesgos si aumenta el contacto entre las especies del Ártico oriental y occidental. Por ejemplo, una población que actualmente tenga un cierto patógeno podría contagiárselo a otro que anteriormente no habría podido estar expuesta.

Podría ser el caso del virus del moquillo de los fócidos (PDV por sus siglas en inglés), que afecta sólo a las focas del Ártico oriental. Si estas focas comienzan a mezclarse con las del Ártico occidental el virus probablemente se extenderá a otras poblaciones.

Aumento del tráfico marítimo

La acción del hombre, hasta ahora bastante discreta debido a que se trata de zonas hostiles y de difícil acceso gracias al hielo, podría alterar aún más la vida de las especies árticas. Y es que a medida que el hielo se derrite, vías que solían permanecer heladas durante la mayor parte del año y por tanto eran inaccesibles, son navegables.

El incremento del tráfico marítimo, advierten, es una amenaza para estos ecosistemas a la que se sumaría los planes para realizar prospecciones en busca de gas, petróleo y minerales. Entre las especies más vulnerables a la explotación de estas zonas estarían la ballena boreal ('Balaena mysticetus') y la morsa del Pacífico ('Odobenus rosmarus divergens').

El el ártico canadiense, el aumento del tráfico de barcos y el comienzo tardío de la temporada helada podría alterar la migración anual de los caribúes. No obstante, los científicos recuerdan que la pérdida de hielo también podría evitar los brotes esporádicos de rabia en Svalbard que son atribuidos a la llegada de los zorros polares desde la Rusia continental. La reducción de la capa de hielo minimizaría o eliminaría estos movimientos.

Fuente: El Mundo

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